Colegio Santa María de la Capilla -Jaén

HH.MARISTAS EN ESPAÑA

Un poco de historia.

Siendo España el país de Europa donde la familia marista es más numerosa, no deja de ser llamativo que el origen de la primera fundación marista en España no se produjese de forma intencionada, sino más bien circunstancial.

Las primeras fundaciones, una buena acogida

Los primeros hermanos que llegan a España, en torno al mes de diciembre de 1886, lo hacen a través de Gerona y con la idea de aprender castellano para desplazarse luego a misionar en Buenos Aires. El retraso de la salida a Argentina hace que la estancia temporal se transforme en la simiente del Instituto marista en España. En junio de 1887 empiezan a dar clases, y en septiembre el número de alumnos llega a 120. En menos de un año, la decisión es definitiva y nuestro país se convierte en una «colonia» marista que crecerá rápidamente. Las fundaciones posteriores, que se suceden a partir de Gerona, no forman parte de un plan estratégico preestablecido: se trata de un fenómeno espontáneo que se sucede al compás de una serie de circunstancias favorables.

En 1903 se establecen en España dos nuevos grupos.

El primero formado por hermanos procedentes de la provincia de Labacane que recorren el País Vasco en busca de un lugar donde instalarse, tras ser expulsados de Francia por leyes que hacen imposible la vida de las comunidades religiosas. Su destino será, finalmente, el pueblo de Oñate, una villa con una fuerte tradición cultural y una vieja universidad que se encuentra cerrada.

El segundo, formado por tres hermanos maristas procedentes de la casa de Aubenas se instala en Pontós, también provincia de Gerona. Estas tres corrientes francesas se desarrollan por separado dando lugar a tres provincias maristas: la provincia que se llamó de España, con la base de los primeros maristas llegados a Gerona; la provincia de Anzuola, llamada así porque los maristas que llegaron a Oñate instalaron muy pronto su noviciado en esa localidad, y la provincia de León, ya que los maristas de Pontós empezaron pronto su labor educadora en el noroeste español. La escasez de escuelas y una buena pedagogía, claves del éxito La aparición de los maristas no pudo ser más afortunada.

En España son años de escasez de escuelas, el Estado no podía acometer la educación para todos los ciudadanos, y menos soportar los gastos de creación y mantenimiento de una infraestructura docente nacional. Ésta fue una de las razones, pero no la única, de la rápida acogida de la Institución. El mismo año de su instalación en Gerona, los hermanos franceses reciben peticiones desde localidades cercanas para que funden escuelas en ellas. La vitalidad de los maristas en España se manifiesta con suma rapidez. En 1890 ya había 8 casas con 70 hermanos y más de 1000 alumnos. En 1900, los maristas tienen en España 30 casas con 287 hermanos, 120 aspirantes y 5160 alumnos. Y en 1930 hay 92 casas con 1126 hermanos y 2506 alumnos. Desde sus inicios en 1886, hasta la guerra civil española, la Institución fundó más de un centenar de colegios (108 para ser exactos), repartidos por todo el territorio español, llegando incluso al protectorado de Marruecos.
Ahora bien, la clave del éxito del Instituto marista en tierras españolas tiene también su causa en las características pedagógicas de la enseñanza que realizaba. Una pedagogía integral, que coordinaba todas las materias necesarias y mantenía una preponderancia en formación religiosa. El maestro era algo más que un mero actor esporádico que trabajaba en el aula rodeado de niños; el maestro marista se colocaba en medio de los alumnos, vivía con ellos y entraba en su vida, indagando y preocupándose por todos sus problemas.

Sencillos, humildes y modestos.

Además, los hermanos eran sencillos, humildes y modestos. Tres virtudes difíciles de encontrar y que eran reflejo del enfoque que Champagnat dio desde un principio a su proyecto educativo hacia los pobres, fundamentalmente campesinos olvidados y las clases sociales más necesitadas. Otras características importantes de su sistema educativo fueron la insistencia en el espíritu de familia, el estímulo permanente de cada alumno y el fomento de la emulación y de la disciplina (alejada de determinados métodos de tiranía auténtica que proliferaban en las escuelas). Con este abanico de premisas pedagógicas no fue raro que el éxito los acompañara desde el primer día de clase.
La expansión y multiplicación de escuelas

La expansión a América es otro gran signo de vitalidad.

Desde 1889, los maristas de España colaboran en Colombia. En 1899 llegan a México. En 1903 a Argentina. Luego vendrá Perú (1909), Chile (1911) y Venezuela (1925). Las escuelas se multiplican con rapidez, extendiéndose hasta el sur. En el año 1944 los maristas se reestructuran en cuatro territorios: Bética, León, Levante y Norte.

Desde 1944 hasta 1959 los colegios debieron adaptarse al ritmo de los tiempos, apareciendo un nuevo tipo de centro educativo que se denominó «centro integrado», que concentra las aulas dispersas de toda una región o comarca en enormes edificios.

En ese año, 1959, se hace una nueva división que sigue vigente en la actualidad con siete provincias: Bética, Castilla, Cataluña, León, Levante, Madrid y Norte.

Actualmente y obedeciendo al mandato del último Capitulo General, la Institución se encuentra en vías de reestructuración de espacios geográficos lo que dará lugar a una nueva distribución y reconversión de Provincias, manera esta de adaptarse a los nuevos tiempos y necesidades.